Silent Hill: Dying Inside

La primera miniserie en cómic del increíble videojuego que llego para dominar el terreno del misterio y el horror psicológico-demoniaco es difícil de olvidar.

Porque no solo las grandes franquicias de acción tienen material en el medio del cómic o libros de arte, recordé esta serie de cinco ejemplares que se publicaron en el año 2004 por IDW, con portadas de Ashley Wood e interiores de Ben Templesmith (los primeros dos números) y Aadi Salman. Una apuesta por expandir la terrorífica visión de un lugar abandonado por la razón, Silent Hill.

La historia (dividida en dos partes) como es costumbre por el videojuego, parece no tener sentido en un inicio y se desarrolla conforme los personajes van interactuando, aunque presentan una primicia que permite imaginar lo que puede suceder y mantiene un nivel de expectativa hacia la pesadilla a la que habrán de enfrentarse una vez que se encuentren en el territorio maldito de un pueblo que encierra muchos sentimientos de rencor y venganza.

En la primera parte se confronta la realidad con la ilusión, en un juego psicológico que termina por destruir la cordura y es entonces cuando el poder infernal toma el control para crear el vínculo con lo que continua como una oportunidad para que por medio de mentiras, se descubra la intención de Dying Inside, que como el titulo menciona, trata de reconocer y aceptar la verdad interior de cada personaje, aún cuando eso significa su propio destino.

Al igual que la historia, el estilo grafico de la miniserie cambia con cada artista, pero a diferencia de muchas otras publicaciones donde esto crea una molestia en el lector, aquí se puede observar con satisfacción una visión distinta del mismo mundo, pues mantiene el nivel de calidad, aunque ambas comparten también una relación con la ambigüedad para presentar a las criaturas o algunas acciones que intencionalmente no son bien definidas.

La diferencia más grande con el videojuego y posiblemente la única en contra, es que Silent Hill apareció en un momento oportuno del mundo de los videojuegos, pues las capacidades técnicas permitieron un lujo para presentar algo que no se había visto con tanta fuerza, ángulos extraños de nivel cinematográfico que atrapaban al jugador de inmediato, lo cual no está presente en el cómic y es una lástima porque sin duda es algo muy especial que ayuda a crear una atmosfera de horror y suspenso.

En su totalidad esta miniserie cumple con lo que cualquier fan del videojuego podría esperar (a no ser claro que deseara una adaptación o continuación exacta a algún título previo) y es una historia interesante con diferentes momentos de ansiedad y reflexión, que seguramente pueden atraer la atención del lector común, a adentrarse en un mundo perturbador donde solo se puede tener confianza en algo, ser atacado por tus peores pesadillas.

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