La adrenalina continua en esta miniserie con una lluvia de ideas locas y sensacionales.

Uno sabe que un cómic es bueno cuando luego de leer un ejemplar queda esa ansia por saber que hay detrás y así fue como luego del primer número encontré información de Scott Morse (escritor-dibujante) donde comenta su participación en animación con Pixar y Dreamworks; Y este cómic en sí, el cual comenzó siendo publicado brevemente en su blog.

Ahora conociendo el área de trabajo del autor en cine y animación, se comprende más la presentación de esta serie y la sensación dinámica que contagia a pesar de sus paneles idénticos en forma, pero que sirven a la perfección para mostrar ideas tan distintas como carreras de autos dementes o un samurai espacial, al mismo tiempo que mantiene esa similitud que de no existir quizá separaría ambos relatos al punto de no reconocerse como partes de lo mismo.

En cuanto a la historia, tengo que aclarar que en un inicio no sabía que se trata de una antología y no fue hasta ahora que obviamente lo entendí y aunque por un lado queda una cierta insatisfacción porque el primer número prometía demasiado; En esta ocasión relata una historia en un Japón feudal alternativo que termina con un “Shogunauta” criaturas de otro mundo y un desenlace cósmico. Lo suficiente para compensar la pérdida anterior y prometer algo nuevamente, en este caso que la serie puede sorprender en cada entrega y por lo que parece hasta ahora, con casi cualquier cosa.

El único punto que encuentro negativo es que la serie sigue manteniendo ese tono de discurso-comercial, que no termina por contar algo específico o con completa claridad y aunque sea una idea bastante emocionante la de expresar con emotividad rasgos generales, al final los detalles faltantes hacen la excepción.

No cabe duda de que Strange Science Fantasy no es para todos y seguramente es difícil de vender en mayoría, pero debe resultar más que interesante para quienes piensen que las ideas y la forma en que se expresan son algo especial en sus páginas.