Una historia de amor que comienza llena de felicidad, esperanzas y entrega total cambia cuando la magia termina.

Llamada también como “Triste San Valentín” y “Corazones rotos” es tal el drama de esta pareja de enamorados que igualmente se le podría aplicar el nombre de “Sangriento San Valentín” de no ser que claro, ya hay una película con ese nombre… y no precisamente de amor.

Dirigida por Derek Cianfrance es una historia de ciento doce minutos protagonizada por Michelle Williams y Ryan Gosling, ambos presentando muy buenas actuaciones que de forma radical plasman tanto momentos de felicidad como de tristeza y abandono; una película narrada ágilmente entre flashbacks que mueve al espectador dentro de una relación que se podría decir, “sorpresivamente” sucumbe cuando la magia es ahogada por una cotidianidad abrumadora, donde los deseos han quedado atrás dependiendo del ángulo en que se vean.

Dean (Ryan Gosling) y Cindy (Michelle Williams) son dos personas totalmente diferentes y que solo conservan algo en común, para suerte (o mala suerte) de ellos, se trata por una fascinación por crear momentos llenos de ternura y calidez, por decirlo así. Él lleva su vida sin ningún apuro, simplemente tratando de ser feliz, ella, de una familia “conservadora” estudia la carrera de medicina dejando el típico ejemplo a sus padres de que algo prometedor le espera allá afuera.

Dos personas opuestas que se enamoran por el destino, por un encanto que les envuelve y los transporta a ideas de que juntos podrían ser felices por siempre, fantasías que dos enamorados comparten y aun teniendo un sentimiento de sus diferencias (por decirlo así) confían plenamente el uno del otro; sin embargo cuando los años pasan y ya con una pequeña hija, las cosas comienzan a cambiar.

Como si siguieran viviendo en el pasado, él es feliz y conforme con la vida que lleva, disfruta de trabajos simples que le dan el tiempo suficiente para estar mucho tiempo en compañía de su familia; ella ha seguido su camino por la medicina, sin embargo por como parece, se siente desmotivada por quizá observar que su pareja no trata de buscar más. Es como vemos que detalles que antes no importaban ahora se convierten en obstáculos donde ninguno de los dos es culpable, más que de una inexplicable tragedia la cual dicta que aquellos días de valentine han terminado olvidados por alguna ilógica razón. Y simplemente como si el combustible de su amor se hubiese extinguido.

Narrada de forma entre cortada entre viajes al pasado y el presente o “flashbacks” que muestran trágicamente como la relación ha cambiado tan radicalmente, Blue Valentine es una historia de amor convertida en drama de una brutal manera, sangrienta por decirlo de una forma; es una cinta donde las actuaciones brillan en todo momento mostrándonos dulces instantes en los que uno no podría imaginar en lo que terminarían. Todo para llegar a un final simplemente inolvidable, una historia que seguramente recordarán en más de una ocasión.