Baby: El Aprendiz del Crimen | Crítica

Demos gracias al cielo de que el nombre no fue algo como “Baby: un ladrón en pañales”, o “Baby: robando biberones”. ¿Quién carajos les pone esos malditos títulos en español a las películas? Pero bueno, ya la vimos, la disfrutamos, la gozamos, y este es nuestro veredicto.

BABY: EL CALOSTRO AL VOLANTE

Edgar Wright escribe y dirige de manera muy inteligente a un grupo de actores sumamente talentoso en conjunto, que quizá por separado algunos sean muy buenos y otros más o menos, pero reunidos aglutinan pura adrenalina y escenas geniales sin parar. Ansel Elgort (The Divergent Series) es Baby, un joven experto en conducir a altas velocidades, robarse carros y tiene la peculiaridad de escuchar música todo el tiempo en el formato que casi todos imaginaríamos nuestras vidas: poniendo canciones acordes al momento y en el compás preciso con cada una de sus acciones. Baby trabaja como el chofer de cabecera en todos los atracos organizados por Doc (Kevin Spacey, House of Cards), pues éste confía plenamente en las capacidades de Baby. En dichos robos predominan las actuaciones de Jamie Foxx (como Loco, Any Given Sunday), Jon Hamm (como Buddy, Mad Men), Eiza González (como Darling, Lola: Érase una vez, no olviden su pasado en novelas mexicanas) y Jon Bernthal (como Griff, The Walking Dead), cuarteto que honestamente no imaginé en lo absoluto como algo promisorio pero resultó ser explosivo y sí, a pesar de que Bernthal no ha despegado como uno se imaginaría, y a Eiza la visualizan cantando algún tema de telenovela.

Todo puede ser miel sobre hojuelas en el mundo del robo, especialmente cuando eres un maestro de maestros y las cosas se dan a la perfección, pero siempre una chica hermosa con sonrisa angelical -se llama Deborah y es interpretada por Lily James- puede cambiar la ecuación y poner a Baby a dudar sobre lo que realmente quiere hacer de su vida. Aquí es donde el resto de la película empieza a fluir como whisky en noche de apuestas y dinero en banco suizo.

BABY ES TAN BUENO PERO NO ESTÁ LOCO

Elgort hace un papel muy decente como Baby, especialmente que sabemos de su segunda vida como DJ la cual le permite sentir a fondo la música y plasmar en pantalla lo mucho que la disfruta, además de que su estética y físico aunado a la cara inocente y tan joven, reflejan a un actor que se ganó a pulso el papel y quizá no pierda el mote de Baby durante los años por venir. Afortunadamente ha dejado de ser el chamaquito de “Bajo la Misma Estrella” y de la serie “Divergente”, y podemos verlo de ahora en adelante como Baby recordando su ritmazo con el que desarrolló este rol muy bien logrado.

Pero Baby no está Loco. Con “Loco” me refiero al trabajo de Jamie Foxx quien avienta charolazo -por su Oscar ya ganado en Ray- de manera soberbia en su papel de “Loco”, un ladrón que no confía en nadie más que en él y él nada más. Foxx no necesitó del grupo, ni de Spacey quien también tiene dos Oscar, pues gracias a su desenvolvimiento, a su compás perfecto y su excelsa manera de representar a un delincuente, llegan varios momentos en la película donde roba cámara y Elgort, González, Hamm, Spacey y Bernthal se convierten en meros actores secundarios que soportan muy bien el peso, pero dejan de brillar por el esplendor de Foxx.

González, Hamm y Bernthal son sin lugar a dudas un trío que engalana la pantalla con sus características físicas y estéticas, por el lado histrión no quedan a deber y por el contrario es Hamm el que todavía levanta más la mano y se sacude un poco su papel de Mad Men para decir “sí estoy listo para roles más importantes”, y dicho sea de paso, no me sorprendería ver cómo la carrera de Eiza comienza a despegar en Hollywood.

LA PARTE TÉCNICA HIZO PAPILLAS A TODOS

Pero hay dos nombres que deben mencionarse por ser los verdaderos héroes de la película: Paul Machliss y Jonathan Amos, los editores. Baby: El Aprendiz del Crimen es una película que basa prácticamente todos los movimientos, escenas, articulaciones, gestos y guiños procedentes de los actores, vehículos y objetos, con la música que Baby está oyendo en ese momento; hablo de acciones como disparar, cerrar una puerta, una caída o una persecución, algo que pueda generar un impacto visual será acompañado por acordes, tambores, voces o sonidos específicos de la canción, provocando mayor impresión en el público con lo que nos inculcará mayor expectación por los escenarios posteriores. Machliss y Amos aciertan en TODO el trabajo realizado, que si bien no necesita un Oscar para ser reconocido, la gente saldrá caminando diferente, esperando oír alguna canción de fondo y bailar camino a su destino.

Y es que tampoco puedo dejar pasar la impresionante banda sonora compuesta por treinta canciones que estarán peleando por ya tener -y está disponible en iTunes por si gustan-, que como pueden esperarse encajan de manera correcta-perfecta-idónea con el sentir de la situación y el escenario plantado por Wright durante todo el filme, incluso en ocasiones se siente absurdo cómo la canción contrasta de manera contraria a lo esperado pero termina convirtiéndose en una hermosa cohesión, o en su defecto cuando los matices son los adecuados el placer será mucho mayor en relación a la canción y la acción.

EL VEREDICTO YA DIO SUS PRIMEROS PASOS

Más allá de que Baby: El Aprendiz del Crimen (Baby Driver) me permitiera burlarme de los traductores con mis subtítulos en la crítica, Baby se convirtió en dos de las mejores horas que he pasado en el cine en este mes de agosto. El soundtrack me pareció perfecto aunque hallara por ahí algunos covers, las escenas románticas mezclan clichés con ideas nuevas permitiendo encontrarle un lugar correcto al amor en una cinta de tanta acción y crimen, las actuaciones no demeritan ni se van desvaneciendo y esto me trajo bienestar en mi corazón porque Baby: El Aprendiz del Crimen no es para nada lo que vemos en los avances: es mucho más que una descripción banal de “es de un chavo que es el conductor en un grupo de rateros”.

Baby: El Aprendiz del Crimen es perfecta en la situación que se les ocurra, ya sea para contentar a la novia, para poner el tono con su ligue veraniego, para recordarnos por qué la música es esencial en nuestras vidas, o para ir con la bola de amigos y querer pisar el acelerador nada más para hacer ronrronear la máquina. Baby es para volver a verla sin miedo a aburrirse.

NOTA DEL EDITOR: Si ya la vieron, no se sientan mal por hallar un poco de Guardians of the Galaxy en Baby, porque sí hay una buena parte de inspiración.

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