Castillo de Cristal | Crítica

“La gente rica de la ciudad vive en apartamentos elegantes… pero el aire está tan contaminado, que ni siquiera ven las estrellas. Tendríamos que estar locos para tomar su lugar”

– Rex Walls.

Jeannette Walls es una exitosa joven que se gana la vida escribiendo una columna de chismes en el ajetreado Nueva York, su prometido es un importante analista en ascenso y van juntos a elegantes cenas de negocios. Para todo el que pregunte, Jeannette creció rodeada de pastos verdes y su padre, un talentoso ingeniero, se dedica a desarrollar la tecnología que mejorará la industria energética. Pero eso no es verdad, a solo unos kilómetros de ahí, los padres de la señorita Walls viven de manera clandestina en un edificio abandonado.

Basada en la autobiografía del mismo nombre, Castillo de Cristal es un drama dirigido por Destin Daniel Cretton y protagonizada por Brie Larson, Naomi Watts y Woody Harrelson. El guión, que toma bastante inspiración del best seller que consolidaría a Jeannette Walls como una escritora de tiempo de completo, fue escrito por el mismo Destin Daniel Cretton, Marti Noxon y Andrew Lanham.

Jeannette se encuentra con un punto de quiebre cuando, durante un viaje en taxi, se encuentra a sus padres hurgando en un basurero y siente mucha vergüenza para detenerse. Esto desencadena un malestar en ella que le hará reconsiderar su refinado estilo de vida. A diferencia del libro, en el cual la historia avanza cronológicamente a partir del segundo capítulo, en la cinta estaremos viajando entre flashbacks que nos darán poco a poco información sobre el pasado de su familia y las precarias condiciones de su crianza.

La película, cuenta con un cast de primer nivel: la joven ganadora del Oscar por su papel en “La Habitación”, Brie Larson, encarna a la adulta Jeannette Walls, una mujer independiente que goza de un holgado estilo de vida en Nueva York. Mientras que Woody Harrelson (“Los Ilusionistas”) y Naomi Watts (“Lo imposible”) interpretan a sus padres, un hombre amoroso pero irresponsable y una excéntrica artista que no se resigna a ser madre. Mención honorífica se lleva el elenco infantil: Iain Armitage (“Sheldon”), Sadie Sink (“Stranger Things”) y Ella Anderson (“Henry Danger Motion Comic”) cuya convincente actuación le valen a la película gran parte de su éxito.

Para los pequeños Lori, Jeannette, Brian y Maureen, la vida está llena de aventuras. Su familia viaja de un lado a otro bajo la promesa de encontrar oro y construir un castillo de cristal; La casa soñada en la que todos podrían ser felices sin necesidad de pertenecer a una sociedad que lucha por “robarte la identidad”. Durante su vida errante, los niños son adoctrinados sobre el espacio, la filosofía y la formación de la Tierra. Su papá, el ingenioso Rex Walls es un hombre que cree en el aprendizaje a través de la experiencia, además de ser cariñoso y un experto en narrador de historias. Rose Mary, su madre, está casi siempre capturando la vida en un cuadro, sea una formación de rocas o un árbol de Moisés.

Conforme avanza la cinta, los recuerdos se vuelven más reveladores y lo que parece una vida de ensueño se vislumbra como la pesadilla que es en realidad. El alcoholismo y el temperamento violento de Rex, combinado con la indiferencia de Rose Mary, destruyen la vida de sus hijos, quienes entienden que sólo pueden confiar en ellos mismos. Creo que de manera conceptual la cinta trata muy bien el carácter de la historia. Brett Pawlak, se encargó de crear escenas por medio de la fotografía, en la que los sentimientos de Jeannette y sus hermanos se perciben claramente en su entorno y la paleta de colores utilizada, en medida que los chicos van perdiendo su inocencia y creciendo más críticos de sus padres.

El problema con Castillo de Cristal es el mismo que ocurre con las adaptaciones cinematográficas de obras literarias y es que en rarísimas ocasiones se hace justicia a los libros. Aunque considero que la película captó de forma brillante las dinámicas de la relación de Jeannette y Rex, no pude evitar sentir que el filme le quitaba algo de su esencia al libro en su afán de vender la historia como un ejemplo entrañable. Además, en ocasiones se siente que tuviéramos escenas perdidas. Aunque es entendible que algunas temáticas tuvieran que ser dejadas de lado, mutilar las memorias, de manera que fueran “menos escandalosas” resultan en un final condescendiente y un tanto apresurado. Así como el tratamiento superficial que se da a puntos claves de la historia. Por lo cual, creo que la cinta no logrará “tocar” a la totalidad de su público. Castillo de Cristal es una historia sobre la adversidad, la fe en nuestros ideales y de hacer las paces con el pasado, disfrútala en tu cine favorito a partir del 27 de octubre.

Crítica realizada por Adriana Álvarez

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