For Honor | Reseña

Atareada semana en las oficinas de Kopodo gracias a los juegos que nos llegan para reseñar, sin embargo poco es el tiempo para darles cien o doscientas pasadas a cada aspecto de cada uno, pero no podía dejar de ver y desvelarme gracias a Ubisoft y su más reciente creación denominada For Honor, un juego de espadas así llanamente y sin rodeos. Afortunadamente todas las vueltas que le demos serán dignas pues no hallamos aún un calificativo suficiente para la emoción y gusto que nos dio probarlo. Aquí mi reseña.

POR GUSTO MÁS QUE POR HONOR

For Honor es un juego en “segunda persona” si así se le puede llamar -estaremos justo detrás del hombro de nuestro personaje- el cual tiene rato anunciándose por parte de Ubisoft como lo máximo de lo máximo. Aquí tenemos tres clases para pelear, tales como el vikingo, samurai y el caballero. Como el susodicho, nuestra misión es obviamente luchar contra los enemigos por aquello que más se ansiaba en épocas pasadas: territorio. Ahora es petróleo, aguacate, derechos civiles o yo qué sé; en esos tiempos era territorio.

En este tira y afloje de For Honor, los pleitos se dan de dos tipos básicamente, ya sea contra soldados de rangos inferiores los cuales no requieren mucha atención, y los principales que son contra enemigos de misma jerarquía; básicamente este es el verdadero sabor de For Honor, ya que los encuentros se convierten en verdaderas riñas hombre contra hombre, mano a mano, uno contra uno, para ver quién es el más fuerte de los dos. Claro, si tienen suerte pues en ocasiones se ponen montoneros, pero el principio básico es un individuo contra otro, siendo esta la parte más emocionante y donde se miden realmente las buenas decisiones al momento de golpear.

Este sistema de guardia y contragolpe es quizá uno de los más pulcros y bien trabajados que me haya encontrado en los últimos meses, olvidando completamente disparar a todos lados, atinarle al movimiento rival, esperando mi momento o yo qué sé. En For Honor lo importante es leer los indicadores y jugar con nuestras armas siempre y cuando tengamos bien entendida la fuerza y velocidad de nuestro combatiente, pues un movimiento en falso puede detonar en espadas enemigas aterrizando en nuestra humanidad, y For Honor no es precisamente un juego amigable cuando se trata de arrancarnos la vida.

Ya que todo el juego se centra en este sistema de pelea, la construcción restante es una verdadera obra de arte gráfica que nos hace creer en este juego, especialmente por los terrenos diseñados para brutales encuentros con accidentes tanto naturales como artificiales, objetos que juegan bien su papel como obstáculos y peligros, climas cambiantes con cada batalla -no dinámicos-, inteligencia artificial muy decente desde su modo “Normal” hasta el “Realista”, misiones bien pensadas y trabajadas para darnos un panorama suficiente y así entender todos los reclutas de cada facción. Efectivamente, las clases tienen hasta cuatro competidores con armas, ropajes, género y movimientos diferentes, dando muchísima variedad al juego y sobre todo permitiendo no entrar en un aburrimiento por estar siempre con el mismo monito.

Y con “monito” no estoy en todo lo correcto posible, pues si se adentran al modo historia podrán utilizar a todos estos personajes para realizar varias empresas que van desde acabar con un número finito de enemigos, hasta infiltrarse en línea enemigas y hacer algunos destrozos bellamente detallados con cinemáticas muy convincentes, mismas que por momentos sí llegan a cansar de lo largas y recurrentes. Nada qué reclamar pues su contenido es informativo, brutal, sangriento y con tintes heroicos, pero desgraciadamente son tantas que más de una vez me encontré saltando hacia los trancazos.

MODOS PARA MUCHO RATO

Uno contra uno, uno contra la máquina, muchos contra muchos, muchos contra la máquina, dominio, un agarrón de cuates, historia, rondas, piedra-papel-tijeras. Para todos los gustos y experiencias -y géneros pues hay personajes femeninos- hay modalidades en For Honor. Esa es otra de la riqueza en este juego, que es posible aburrirse del modo solitario y buscar un reto con la consola, pero también podrían no aguantar las ganas y lanzarse contra un humano ya experimentado dentro del juego; como sea que lo quieran, con For Honor será muy complicado hastiarse, pero se ve todavía mucho más ayudado gracias al sistema de combate tan genial, aunado al sistema de crecimiento detallado y que me recordó mucho a Diablo por la oportunidad de destruir objetos y reciclarlos.

Resulta que cada combate nos puede o no dar recompensas recolectadas en el campo de batalla, además de puntos de experiencia y oro. El primero sirve para mejorar armadura e instrumentos para abrir cabezas, que si no es útil se podrá destruir para obtener hierro servible para mejorar indumentarias y armas. La experiencia obvio ayuda al crecimiento de niveles y el desbloqueo de nuevas habilidades para curar o correr más rápido -como ejemplos sencillos-, y es el oro aquello que nos permite comprar todo en el juego.

Todo, todo. TODO. Desde festejos, tipos de remate al contrario, objetos, estatus de campeón -para recibir mejores recompensas-, y lo mejor de todo es la chance de adquirir esas habilidades para no estar sufriendo. Esta “trampa” se le une al crecimiento recibido al jugar contra la máquina, solo un poco por debajo de la recibida en línea, permitiendo hacer que nuestro personaje llegue a niveles altísimos sin tocar una sola vez los campos online. ¿Chapuza? Quizá puedan llamarle así, pero fue un movimiento secreto por parte de Ubisoft -al menos así lo dedujimos nosotros- para contrarrestar las infinitas ocasiones en que los servidores caerán como bebé aprendiendo a caminar y los sacará de su partida, haciendo de sus nervios un millar de trizas por el tiempo perdido. Fueron cantidades incontables en las cuales me vi escupiendo fuego de la boca acompañado de palabras altisonantes, y esto a pesar de haber tenido dos periodos de prueba para sus servidores. Demonios Ubisoft, ibas tan bien.

EL FALLO

For Honor tiene ventajas en demasía si es que desea pelear por mejor juego del año, porque definitivamente podría ser contendiente serio y con oportunidades, sin embargo también esas “ventajas” se merman con las “oportunidades de mejora” -por no decir errores- en los cuales abruma al jugador. Empecemos con la cantidad enorme de menús y cosas para realizar que van desde los combates normales, hasta las pantallas previas al mismo que parecerían no van a acabar, o las que aparecen una vez terminada la partida, las múltiples opciones que nos harán perdernos varias veces en el abismo de las configuraciones y arreglos antecesores a pelear. Simplemente Ubisoft quiso abarcar tanto terreno que pecó en algunas ocasiones de detallista, pero no en el buen sentido.

Sean pacientes en este factor, pues la paciencia es la característica primordial para aprender los controles básicos del ya mencionado sistema de pelea que vale todo el precio en For Honor, agregando esos hermosos gráficos y el sonido muy a la “Mel Gibson” que desestima a la música para mostrarnos la crudeza de los golpes y el derramamiento de sangre en el campo de pelea. Este punto es importante para enamorarse del juego, pues más allá de deleitarnos con tonadas repletas de trompetas, tambores y redobles, For Honor recurre a las pisadas, metales, maderas rotas, cráneos atravesados, armaduras embestidas y gritos de dolor para impactar en el oído del gamer. En mi opinión muy personal, fue un elemento determinante para no dejar de guerrear a pesar de mi intensa desesperación para lanzar espadazos.

VEREDICTO

A mi amigo -casi hermano- Yuri le tocó reseñar Horizon Zero Dawn. A mi me tocó For Honor. Cuando vi esta situación estuve a punto de renunciar y hacer uno de los más grandes escándalos que se hayan suscitado en nuestra sede. Hoy mis sentimientos son completamente contrarios a los de envidia y recelo. For Honor me dio tantas horas de satisfacción con enemigos mordiendo el polvo, así como de frustración en algunas batallas que jamás debí perder, en porrazos no asestados o impactos recibidos por tonto. For Honor no dejó de asombrarme con sus gritos de guerra, rivales aguerridos y armas con ventajas y desventajas que me pusieron a pensar si debía o no equiparlas.

No me arrepiento ni un segundo de haberme contenido para armar semejante alboroto por no obtener Horizon, por el contrario me acuerdo y me queman las manos por terminar de contarles los motivos por los que For Honor sería una elección inequívoca de juego si desean crudeza y victoria con tintes medievales acompañados de una historia decente y un sistema de pelea inteligente. Esperando siempre y cuando Ubisoft arregle esos servidores, For Honor será una de las más gratas sorpresas que la compañía francesa me ha dado y gracias a la visión del loco y barbudo Jason Vandenberghe, puedo asegurar que Ubisoft por fin logró entregar un juego sólido que se sustenta a la planeación estratégica en caso de un fallo en línea.

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