Ana y Bruno | Crítica

¡Atención! Aunque Ana y Bruno es dirigida por director de El Crimen del Padre Amaro, no representan nada de las temáticas controversiales que la anterior cinta indicó. Más bien, Ana y Bruno son una gota de esperanza para el cine animado mexicano y, a mi pensar, una de las películas con más humanismo hasta el momento.

El director Carlos Carrera tiene un gran historial de éxitos. Iniciando con Desde la Mujer de Benjamín, hasta De la Infancia, pasando por su más grande éxito, El Crimen del Padre Amaro, y ahora Ana y Bruno. Si bien ninguna de estas cintas tienen historias en común, Carrera ha dedicado sus cintas a compartir el lado verdadero o más humano del mundo de cada época en sus películas.

En esta nueva aventura en 3D, Carrera nos presenta la triste historia de Ana (Galia Mayer), una indefensa niña que busca recuperar a su madre (Mariana de Tavira) tras haber sido llevada a un horrible manicomio de la mano del malvado director (Héctor Bonilla). Mientras la madre de Ana comienza a perder el sentido lógico y la noción de la realidad -todo increíblemente explicado para el público infantil-, Ana logra obtener una madurez increíble, llenándola de valor que la motiva a conseguir su meta.

En estas divertidas aventuras de Ana y Bruno, Ana es acompañada de unos personajes bastante divertidos y valientes que, a pesar de tener más complejos y miedos que la mayoría de los seres vivos, tratan de ayudar a Ana cueste lo que cueste. La presencia de estos seres ayuda a mantener el ritmo y balance entre drama y diversión. Entre los actores de doblaje que encontraremos entre los amigos de Ana y Bruno encontraremos a talentos como Damián Alcázar, Regina Orozco, Carlos Cobos, Mauricio Isaac y Julieta Egurrola, entre varios otros.

Pese a la gran cantidad de personajes que encontraremos en la cinta, los más destacados son los más antisociales e inadaptados, Daniel (Daniel Carrera) y Bruno (Silverio Palacios). Daniel logra darle vida a un pequeño huérfano y discapacitado visual, el cual, a pesar de sus complejos personales, es capaz de llevar a la audiencia de la risa al llanto en un abrir de ojos. Por otro lado, nuestro coestelar, Bruno, no solo se convierte en el brazo derecho de Ana, sino en el vivo corazón de toda la película y en aquel que les da fuerza y valor a los demás personajes.

Cabe aclarar que Ana y Bruno no está animada con las tecnologías más avanzadas de animación por computadora, pero si se encuentra a la par de las cintas infantiles con las historias más memorables de todos los tiempos, presentando divertidos y dolorosos momentos, pero sobre todo humanos.

Y es este corazón y amor que Carlos Carrera, y todos los involucrados, pusieron en Ana y Bruno lo que le permite a la cinta tratar a un público joven e infantil mostrándoles una madurez poco convencional tocando temas como la muerte, el silencio, la separación familiar y la locura en una forma amable y respetuosa.

Gracias a todos y a todos los elementos que conforman a Ana y Bruno, esto se puede traducir en la esperanza del cine animado mexicano.

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