Lady Bird | Crítica

Escrita y dirigida por Greta Gerwig, Lady Bird es divertida, dramática, seria, triste y con personajes sinceros llenos de carisma y actuaciones llenas de vida, una presentación que va directo a la atención del público, y que nos presenta una chica bastante carismática llamada Christine “Lady Bird” McPherson, interpretada por Saoirse Ronan.

Contando con una multitud de tramas (por decirlo de una forma), Lady Bird no sólo se resume a la “chica adolescente que quiere entender el mundo”, pues la cinta va más allá, y casi jugando con un montón de estereotipos de infinidad de películas, encontraremos cosas típicas como los problemas financieros, los conflictos entre padres e hijos, la relación entre amigos, el conflicto entre ser popular, la presión para entrar a la universidad y todo lo que esto conlleva, la necesidad de independizarse, la depresión y más; en pocas palabras, la película logra reunir de forma natural y realista todos o al menos, la mayoría de los problemas que todos hemos vivido, para plasmarlo de una manera llena de cariño con su narrativa.

Y es que quizá este es el punto más fuerte del film, que la gran variedad de temas que se tocan, algunos en trasfondo y otros de forma principal, hacen que el público se identifique, que le importen los personajes y que sufra y ría junto con ellos. Lady Bird es simple, no intenta ir más allá y revelar el secreto de la vida; simplemente la retrata en algunas de sus facetas, mientras vemos a Christine luchar para definirse como persona.

Sin duda Lady Bird es una de esas películas para ver en compañía, para reírse y comprender a sus personajes, para pasar el rato, o simplemente para ser testigos de lo cotidiano, de lo normal, de lo que hemos vivido alguna vez, o hemos pensado. Una cinta ligera, no pretenciosa y que simplemente construye con cariño sus personajes para hacerlos reales.

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