Crímenes, mafia, robos, escapes, asesinatos, una mujer y su hijo en peligro, un padre desesperado y un frío conductor.

Persecuciones del tipo “vieja escuela”, muscle cars, deportivos, autos de lujo, balaceras y muerte por doquier, son los elementos que veremos en los cien minutos de duración; un drama casi trágico donde alguien decide perderlo todo para defender a una familia.

Ryan Gosling es “Driver” un personaje que llega de la nada a pedir trabajo en un taller mecánico, una persona con un pasado misterioso y que dada su forma de ser puede remitir a tragedias o al menos algo similar.

Carey Mulligan es Irene, la madre de un pequeño que pasa tiempos en los que necesita ayuda, su esposo Standard esta encarcelado por algún motivo, así que ella sin pedirlo comienza a recibir la amistad de “Driver” quien detrás de una apariencia centrada, calmada y muy fría marca la personalidad de un héroe en desgracia, alguien dispuesto al sacrificio por quienes le importan.

Cuando Standard sale de prisión y es obligado a perpetrar un robo a “personas no debidas” Driver deberá ayudarlo para mantener a salvo su familia. Lamentablemente las cosas salen mal y lo que finalizaría en un acuerdo de solo cinco minutos, se convierte en una persecución contra el tiempo y la muerte donde todos están en peligro y la única persona para resolverlo es el conductor al que rápidamente se le terminan las opciones y la paciencia. Llevando así a una violencia que determina morir o morir en medio del dolor, pues no hay otra salida.

Dirigida por Nicolas Winding Refn quien trabajara de misma forma en impactantes cintas como Valhalla Rising y Bronson, presenta ahora una historia adaptada de la novela de mismo nombre escrita por James Sallis; además con las participaciones de Bryan Cranston, Albert Brooks, Oscar Isaac y Ron Perlman, es una película que inmediatamente luego de los primeros segundos, uno ya intuye verá algo “inusual” con tintes originales de presentación, una marca que comienza con créditos en tonos rosados y una música casi ochentera que algunos podrían sentir les recuerda al muy popular videojuego Vice City de la saga Grand Theft Auto, y como no, si en el desarrollo de la historia se marcan muchos detalles que concuerdan con el mundo del crimen representado en la franquicia de Rockstar y una atmósfera tipo “Driver” el juego por Reflections Interactive aparecido en el mercado en 1999.

Dicho esto es muy clara la diferencia de dicha película con, The Transporter, pues a diferencia de las cintas con Jason Statham, Driver es algo más enfocado al cine de culto, con secuencias inundadas de música que de pronto son bañadas en sangre por una explosiva violencia en varios momentos gráfica y con algunos toques de gore, actuaciones dramáticas envueltas en silencios y segundos que brindan a los actores un panorama lleno de tragedia y tensión, todo para envolver al espectador en un mundo frío y solitario donde este conductor no desea nada más que la liberación de quienes están en riesgo, dejando muy lejos la importancia de su propia vida.

Un drama con rasgos de otra cinta, en este caso de 1978 titulada The Driver dirigida por Walter Hill (Last Man Standing, The Getaway, The Warriors). En lo personal Drive es una historia simple que encajaría en cualquier película de acción, pero que gracias a su enfoque y actuaciones, se convierte en algo bastante singular se podría decir, una historia sin el típico final feliz, ni los momentos ultra heroicos casi imposibles con los que ya estamos acostumbrados.